EL “ARTE INFANTIL” (1ª parte):
definición y conceptos
Hoy comienzo una serie de entradas
nuevas acerca del dibujo infantil. El tema me encanta (de hecho, antes de que Florencio nos hablara de él en clase, yo me anticipé y escribí unas
líneas en mi tercera entrada). Y es que, personalmente, me resulta muy novedoso
y apasionante y sobre todo porque me sitúa ante la realidad del maestro que
tiene que dar clase de plástica, esto es, ante un conocimiento ineludible.
Denominamos “arte infantil” a las
etapas gráfico-pláticas del niño que se suceden en el período que va desde los
18 meses, aproximadamente, hasta los 17 años. Estas etapas están definidas por
una serie de características propias y universales, es decir, todos los niños
del mundo las atraviesan, independientemente del lugar concreto donde vivan.
Son pautas de maduración que surgen espontáneamente en niños de la misma edad
mental, (que no tiene por qué coincidir con la física), que todas las
personas atravesamos, aunque no todos al mismo ritmo.
El común denominador de las
diferentes etapas que componen el arte infantil es que, a través de su “arte”,
el niño expresa y refleja sus emociones, sentimientos y preocupaciones. Se
puede decir que el “arte infantil” es el lenguaje de su pensamiento. Por ello,
como señalé en mi entrada anterior acerca del dibujo infantil, este tiene un
alto valor terapeútico y es utilizado, con frecuencia, por los psicólogos ya que,
lo que el niño no es capaz de explicar verbalmente, puede hacerlo dibujando. Y
es por esto que, como maestros, podemos conocer mejor a nuestros alumnos, a
través de sus creaciones, e incluso detectar posibles problemas (a este punto
dedicaré una entrada más adelante).
Hay que decir que el “arte
infantil” no es comparable al de los adultos y, en consecuencia, nunca debemos
decirle a un niño que un dibujo le ha quedado mal en base a nuestra estética
adulta. Los niños no dibujan lo que ven, sino lo que saben, lo que entienden. Como
ya dije en la anterior entrada, no importa que los brazos salgan del cuello,
que una mano tenga diez dedos, que las figuras floten en el aire… Si corregimos
al niño, lo único que podemos conseguir es acrecentar su idea de que dibuja
mal, lo que le retraerá de dibujar.
Tampoco se debe comparar los dibujos
realizados por dos niños porque lo que cada uno de ellos quiere manifestar depende
de su modo de comprender el mundo y esto es completamente personal o
intrasferible. Cualquier comentario que le hagamos deberá ir encaminado a
motivarle positivamente, no a criticarle. Se trata de proporcionarle al niño
las herramientas y la atmósfera apropiadas y de evitar el limitarle, el
cerciorarle. Hay que dejar que, en función de sus necesidades, pueda expresarse
libremente.
Pero para lograr esto, es
necesario comprender las diversas etapas educativas y cómo el niño va madurando
en sus aspectos físico, intelectual y afectivo ya que los dibujos infantiles
son la expresión de:






Los estadios de desarrollo se
suceden sistemática y gradualmente, sin que existan saltos entre ellos; pero no
hay una separación nítida, muchas veces no se puede determinar con precisión
donde acaba uno y donde empieza otro. Como decía, la edad varía de unos niños a
otros, por ello hablamos de edad mental, no física. Esto es tan importante para
un maestro que lo subrayo y lo formulo a modo de máxima:
LA ACTIVIDAD DEL DIBUJO RESPONDE
A UNA NECESIDAD DEL NIÑO Y, POR LO TANTO, SE DEBE RESPETAR SU RITMO.
La clasificación que vamos a ver
es la que Lowenfeld y Lambert plantearon en 1957 en su obra Desarrollo de la capacidad creadora. Las
etapas son las siguientes:
1. Garabateo (2-4 años)
2. Preesquemática (4-7 años)
3. Esquemática (7-9 años)
4. Realismo (9-11 años)
5. Naturalismo (11-13 años)
6. Decisión (13-17 años)
2. Preesquemática (4-7 años)
3. Esquemática (7-9 años)
4. Realismo (9-11 años)
5. Naturalismo (11-13 años)
6. Decisión (13-17 años)
De momento, esto es todo, seguiré
hablando y reflexionando sobre el “arte infantil” en sucesivas entradas.
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