En la anterior entrada, conté que el valor que subyace a mi cuento de los Hermanos Grimm, El sastrecillo listo, es el de la autoestima. Entonces creí oportuno dedicar un espacio a reflexionar sobre cómo podemos, en tanto maestros de expresión plástica, contribuir a su formación en los niños.
La autoestima es la idea que poseemos acerca de nosotros mismos, de nuestra valía como personas y está basada en los sentimientos, pensamientos, sensaciones y experiencias que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida. Todo ello puede traducirse en un autoconcepto positivo (por ejemplo, nos vemos listos, simpáticos, agradables…) o negativo (torpes, antipáticos, antisociales…). En este último caso, se puede padecer un gran dolor y daño psicológico. Visto así, parece que la formación de la autoestima depende de cada uno de nosotros, que cada quien es dueño de poseer una determinada consciencia de sí mismo. Pero esto no es así, sobre todo cuando esa autoestima se está formando como es el caso de los niños. Las personas que nos rodean influyen mucho en nuestra autoestima. Si con quien estamos no nos acepta como somos, nos pone condiciones para brindarnos su apoyo y cariño, nos critica y como en el cuento de El sastrecillo listo nos humilla, nos sentiremos desvalorizados y nuestra autoestima saldrá muy mermada.
La autoestima es la idea que poseemos acerca de nosotros mismos, de nuestra valía como personas y está basada en los sentimientos, pensamientos, sensaciones y experiencias que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida. Todo ello puede traducirse en un autoconcepto positivo (por ejemplo, nos vemos listos, simpáticos, agradables…) o negativo (torpes, antipáticos, antisociales…). En este último caso, se puede padecer un gran dolor y daño psicológico. Visto así, parece que la formación de la autoestima depende de cada uno de nosotros, que cada quien es dueño de poseer una determinada consciencia de sí mismo. Pero esto no es así, sobre todo cuando esa autoestima se está formando como es el caso de los niños. Las personas que nos rodean influyen mucho en nuestra autoestima. Si con quien estamos no nos acepta como somos, nos pone condiciones para brindarnos su apoyo y cariño, nos critica y como en el cuento de El sastrecillo listo nos humilla, nos sentiremos desvalorizados y nuestra autoestima saldrá muy mermada.
La pregunta ahora es cómo los maestros podemos trabajar la
autoestima con los alumnos, en general y en el ámbito de la expresión plástica,
ya que esta área es idónea para desarrollarla, por ser donde el
niño se involucra por completo en lo que realiza.
A estas alturas de carrera, creo que todos estamos
concienciados en que nuestro trabajo va mucho más allá de la transmisión de
unos contenidos teóricos, de que estamos trabajando con personas en proceso de
maduración y que hemos de responder a sus necesidades de una manera
individualizada. Por supuesto, no hay recetas mágicas que funcionen con
todos los niños y en todas las situaciones, pero sí podemos extraer algunas
orientaciones si conocemos cómo afecta la autoestima a los más pequeños.
En primer lugar, hay que saber que el nivel de autoestima
condiciona de manera importante el aprendizaje
del niño. Cuando posee una
autoestima baja o, lo que es peor, una autoestima negativa suele tener poca
motivación por el estudio, ante las altas expectativas de fracaso. Por el
contrario, cuando el concepto de sí mismo es positivo, experimenta una mayor
confianza y está más motivado para aprender. Esto trasladado al área de
plástica resulta muy significativo. Cuántos niños y ya no tan niños desisten de, por ejemplo, dibujar porque se les da mal y creen que no pueden aprender porque
carecen del don innato.
Además, la autoestima contribuye a enfrentar o no los problemas. Si el niño cree que será capaz de
vencer una dificultad, lo intentará; de lo contrario se quedará bloqueado y
paralizado. Muy unido está el fomento de la responsabilidad y de la autonomía,
que se ven muy mermadas ante una baja autoestima. Los niños así no son capaces
de asumir responsabilidades, tomar decisiones o defender una opinión o criterio
propio. Nuevamente vemos que la plástica tiene mucho que aportar. El niño ha de
responsabilizarse de sus trabajos, de cuidarlos, de conservarlos y ser autónomo
en la realización de los mismos.
Claramente también la autoestima tiene que ver con un factor
clave de la expresión plástica: la creatividad.
Sólo cuando un niño confía en sí mismo se atreve a explorar nuevos campos y
posibilidades de creación. Como maestros debemos lograr que el niño confíe en
sus propios recursos expresivos y valore sus trabajos como algo personal e
irrepetible.
Las relaciones sociales
es otro de los ámbitos afectados. Sentirse superior o inferior a los demás
impide unas interacciones en igualdad. Un niño no ha de sentirse superior a
otro porque destaque en ninguna materia, porque, por ejemplo dibuje mejor.
Por último, decir que la autoestima afianza la personalidad. Tanto como ser individual
como ser social, el niño necesita tener un elevado autoconcepto para
aceptarse a sí mismo y a los demás. En este sentido, la plástica puede
servirnos de gran ayuda ya que, a través de sus creaciones, el niño proyecta su
personalidad y expresa sus sentimientos.
Me gustaría terminar con algunas frases célebres en relación a la autoestima.
Me gustaría terminar con algunas frases célebres en relación a la autoestima.
"El amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia" (Viktor Frankl).
"La autoestima viene de lo que tú piensas de ti mismo, no de lo que los demás piensan de ti" (Gloria Gaynor)
"Las personas que piensan que no son capaces de hacer algo, no lo harán nunca, aunque tengan las aptitudes" (Indira Gandhi)
No hay comentarios:
Publicar un comentario