viernes, 27 de marzo de 2015

EL “ARTE INFANTIL” (3ª parte): Etapas de 7 a 17 años

En el período que va de los 7 a los 17 años, Lowenfeld distingue cuatro etapas:
  • Esquemática (7-9 años)
  • Realismo (9-11 años)
  • Pseudonaturalismo (11-13 años)
  • Decisión (13-17 años)

Veamos, poco a poco, cada una de ellas.

ETAPA ESQUEMÁTICA (7 A 9 AÑOS)

Esta etapa se denomina así porque en ella se materializa un “esquema” o forma gráfica (conjunto de líneas, puntos y figuras aproximadamente geométricas), que el niño utiliza para representar cada elemento o figura habitual en su entorno: persona, casa, coche, árbol… Lowenfeld define este esquema como el concepto al que llega el niño; concepto que representa su conocimiento activo del mismo y que repetirá una y otra vez, hasta que lo influencien otras experiencias que le hagan cambiar de concepto.



Sin embargo, el esquema gráfico básico que cada niño llega a representar para cada objeto o figura no se utiliza de un modo estricto, sino que, dependiendo de la situación concreta, el niño exagerará ciertas partes, las modificará o incluso las suprimirá. Por ejemplo, si pedimos a un niño de 8 años que se dibuje a sí mismo, empleará el esquema de siempre, pero si le sugerimos que se dibuje en la clase de educación física, probablemente variará algunos aspectos, como las piernas, dotándolas de un tamaño mucho mayor.

Otro aspecto característico de esta etapa es la aparición de la llamada “línea base”. Al principio, el niño dibuja todo en el borde inferior del papel, pero posteriormente comienza a dibujar una raya que simboliza la base sobre la que se encuentran los elementos. Más tarde, aparecerá otra raya, la “línea de cielo” y el espacio entre ambas representa la atmósfera.

A diferencia de la fase preesquemática, en la que un solo objeto ocupaba el centro de la escena, en la fase esquemática, los niños van adquiriendo un sentido mayor del espacio y comienzan a distribuir los objetos en él de una manera más armónica. El dibujo de la figura humana también evoluciona, las partes del cuerpo se dibujan completas y con más detalles. Se diferencia claramente una cabeza, un tronco y unas extremidades.

Otra de las características de la etapa esquemática es que el niño descubre la relación existente entre el color y el objeto. Recordemos que en la etapa preesquemática, el espacio y el color tenían un sentido fundamentalmente emocional, no representativo. Pues bien, a los 7 años, el color deja de ser afectivo, el niño elige ya para cada objeto un color concreto y repite siempre el mismo: amarillo, el sol; azul el cielo y las nubes; verde la hierba; rojas las flores…



Pero si en lo que respecta al color, el niño es fiel a la realidad, en lo que respecta a la representación de los objetos, no lo es, ya que sigue dibujando lo que conoce o interpreta, no lo que ve. Por ello, son habituales las llamadas “transparencias” o dibujos en “rayos x”, en los que aparece representado el interior (por ejemplo, en una casa o en un vehículo las personas que están dentro).



Además del espacio, aparece también el tiempo, puesto que ya son capaces de representar historietas en cuadros diferentes.

ETAPA REALISTA (9-11 AÑOS)

Entre los 9 y los 11 años se da lo que Lowenfeld denomina la “edad de la pandilla”, en la que se desarrolla el “principio del realismo”. Este autor advierte que no debe confundirse realismo con naturalismo. Mientras este último se refiere a naturaleza, el primero se refiere a lo que es real. A esta edad, el niño adquiere más conciencia de sí mismo y se interesa más por su entorno social; se da cuenta de que es miembro de una sociedad compuesta por personas como él y los suyos y de que se logra más cuando se actúa en grupo que individualmente. De este modo, su pensamiento se vuelve más social, menos egocéntrico.

La representación esquemática de la etapa anterior, en la que prevalecían las formas geométricas, ya no le sirve para expresarse, ahora necesita enriquecer sus dibujos y adaptarlos a la realidad. En la representación de la figura humana desaparecen dichas formas geométricas y se pone énfasis en las ropas y otros detalles, como la caracterización sexual. En la representación del espacio, el esquema básico de la línea base se sustituye por el del “plano del suelo” y la línea del cielo por la del horizonte. Las figuras y elementos pueden colocarse a lo largo y ancho de este plano y no necesariamente sobre la línea base. Del mismo modo, aparecen relaciones espaciales en profundidad con elementos delante y detrás, próximos y alejados. En definitiva, los niños en la etapa realista buscan que sus dibujos sean más fieles a la realidad, buscando ya la tercera dimensión y tomando en cuenta la superposición.



En cuanto a la utilización del color, se pasa de una estrecha relación color-objeto a una caracterización muy detallada (no es lo mismo el verde de la hierba que el verde de los árboles, el azul del cielo que el del mar…) o dicho de otra forma, de una etapa objetiva en el uso del color a experiencias subjetivas de color con objetos de gran significado emocional.



El final de esta etapa es decisiva para el futuro del niño en lo que respecta al dibujo. Debido a la influencia del entorno y a los estereotipos de la cultura visual, el niño se siente obligado a dibujar en base a estos y si cree que lo hace mal, dejará de dibujar. Por eso, la actitud de los adultos es muy importante y la reacción de los docentes también.

ETAPA PSEUDONATURALISTA (11-13 AÑOS)

A partir de los 11 años aproximadamente, se inicia la etapa que Lowenfeld llama del “razonamiento”. Comienza a percibirse la crisis de la adolescencia y la evolución emocional entra a formar parte, de un modo significativo, de la expresión plástica. Se perfilan los dos tipos de expresión artística, la emotiva y la racional. Se pasa de una actividad espontánea  a una más razonada, evolucionando hacia el naturalismo. Los niños comienzan a desarrollar una conciencia crítica sobre sus dibujos, que les lleva a preocuparse más por el producto final, que por el propio proceso en sí de dibujar. Representan el entorno que les rodea de manera muy realista, con profundidad y perspectiva, tridimensionalmente.



El niño proyecta su personalidad en los dibujos de la figura humana. Esta va adquiriendo mayor complejidad y asemejándose cada vez más a la realidad, apareciendo rasgos sexuales claramente distinguibles y a menudo exagerados. Se da una tendencia a la caricatura y un gran sentido del color y del diseño.



Al final de esta etapa, los trabajos se diversifican. En algunos casos, se representa la realidad, en otros se interpreta esta y en otros, aparece el arte abstracto.

ETAPA DE LA DECISIÓN (13 a 17 años)

A partir de los 13 años es cuando se produce o el verdadero despertar artístico de los adolescentes o el abandono de cualquier tipo de expresión artística. Por ello Lowenfeld denomina esta etapa  de “decisión”. En este momento, el chico elige qué actividad prefiere perfeccionar y cómo lograrlo. Se perfilan los dos tipos de expresión artística. De un lado, los  chicos de mentalidad emocional o subjetiva (tipo háptico) realizan representaciones expresionistas, deformantes de la realidad, tanto en dibujo como en color. De otro lado, los chicos de mentalidad visual u objetiva (tipo visual), simplifican todo a elementos geométricos. En el medio estarían los simbolistas, para los que es muy importante el concepto. El háptico es esencialmente emocional, poco preocupado por el respeto a las impresiones visuales. Sus dibujos no conforman un todo homogéneo, tienden a las exageraciones y están coloreados de distinta forma que en la realidad.



El visual, por el contrario, piensa en términos de imágenes visuales y copia con mucha precisión.



Para terminar esta entrada, quisiera hacer una reflexión acerca del papel y la influencia del maestro en la expresión artística de los niños. Creo que lo más importante es saber ayudar al niño a que desarrolle, en cada etapa, todo su potencial interior. Y para ello hay que valorar sus creaciones, su expresividad, su naturalidad, su espontaneidad y respetar siempre su ritmo evolutivo. Como hemos visto, a través del dibujo, el niño expresa su percepción del mundo que le rodea y su concepto de sí mismo. Si le corregimos, coartamos su capacidad expresiva y su libertad. Creerá que lo hace mal y abandonará. Otra cosa que no debemos hacer es comparar sus creaciones con las de otros porque cada niño posee su modo de expresarse.


Si revisamos los bloc de plástica que están en los colegios de Primaria, descubrimos que buena parte de las fichas son láminas que el niño ha de copiar. En ellas el niño reproduce experiencias que le son ajenas y que no están en su pensamiento ni en sus intereses. Además, en estas láminas la creación se somete a la técnica, no a la expresividad. Esto no significa que, en ningún caso, debamos ofrecer modelos para copiar, pero conviene no abusar. También es aconsejable ofrecer una variedad de ellos (para que puedan elegir) y seleccionar fotografías reales antes que dibujos estereotipados de los que debemos huir.

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