EL “ARTE INFANTIL” (3ª parte): Etapas de 7
a 17 años
En el período que va de los 7 a los 17 años, Lowenfeld distingue cuatro etapas:
- Esquemática (7-9 años)
- Realismo (9-11 años)
- Pseudonaturalismo (11-13 años)
- Decisión (13-17 años)
Veamos, poco a
poco, cada una de ellas.
ETAPA ESQUEMÁTICA (7 A 9 AÑOS)
Esta etapa se
denomina así porque en ella se materializa un “esquema” o forma gráfica (conjunto de líneas, puntos y figuras
aproximadamente geométricas), que el niño utiliza para representar cada elemento
o figura habitual en su entorno: persona, casa, coche, árbol… Lowenfeld define este
esquema como el concepto al que
llega el niño; concepto que representa su conocimiento activo del mismo y que
repetirá una y otra vez, hasta que lo influencien otras experiencias que le hagan cambiar de concepto.
Sin embargo, el
esquema gráfico básico que cada niño llega a representar para cada objeto o
figura no se utiliza de un modo estricto, sino que, dependiendo de la situación
concreta, el niño exagerará ciertas partes, las modificará o incluso las suprimirá.
Por ejemplo, si pedimos a un niño de 8 años que se dibuje a sí mismo, empleará
el esquema de siempre, pero si le sugerimos que se dibuje en la clase de educación
física, probablemente variará algunos aspectos, como las piernas, dotándolas de
un tamaño mucho mayor.
Otro aspecto
característico de esta etapa es la aparición de la llamada “línea base”. Al principio, el niño dibuja todo en el borde inferior
del papel, pero posteriormente comienza a dibujar una raya que simboliza la base
sobre la que se encuentran los elementos. Más tarde, aparecerá otra raya, la “línea de cielo” y el espacio entre
ambas representa la atmósfera.
A diferencia
de la fase preesquemática, en la que un solo objeto ocupaba el centro de la
escena, en la fase esquemática, los niños van adquiriendo un sentido mayor del
espacio y comienzan a distribuir los objetos en él de una manera más armónica. El
dibujo de la figura humana también evoluciona, las partes del cuerpo se dibujan
completas y con más detalles. Se diferencia claramente una cabeza, un tronco y
unas extremidades.
Otra de las
características de la etapa esquemática es que el niño descubre la relación existente entre el color y el
objeto. Recordemos que en la etapa preesquemática, el espacio y el color
tenían un sentido fundamentalmente emocional, no representativo. Pues bien, a
los 7 años, el color deja de ser afectivo, el niño elige ya para cada objeto un
color concreto y repite siempre el mismo: amarillo, el sol; azul el cielo y las nubes;
verde la hierba; rojas las flores…
Pero si en lo
que respecta al color, el niño es fiel a la realidad, en lo que respecta a la
representación de los objetos, no lo es, ya que sigue dibujando lo que conoce o
interpreta, no lo que ve. Por ello, son habituales las llamadas “transparencias” o dibujos en “rayos x”, en los que aparece
representado el interior (por ejemplo, en una casa o en un vehículo las personas
que están dentro).
Además del
espacio, aparece también el tiempo, puesto que ya son capaces de representar
historietas en cuadros diferentes.
ETAPA REALISTA (9-11 AÑOS)
Entre
los 9 y los 11 años se da lo que Lowenfeld denomina la “edad de la pandilla”, en la que se desarrolla el “principio del realismo”. Este autor
advierte que no debe confundirse realismo con naturalismo. Mientras este último
se refiere a naturaleza, el primero se refiere a lo que es real. A esta edad, el
niño adquiere más conciencia de sí mismo y se interesa más por su entorno
social; se da cuenta de que es miembro de una sociedad compuesta por personas
como él y los suyos y de que se logra más cuando se actúa en grupo que
individualmente. De este modo, su pensamiento se vuelve más social, menos
egocéntrico.
La
representación esquemática de la etapa anterior, en la que prevalecían las
formas geométricas, ya no le sirve para expresarse, ahora necesita enriquecer
sus dibujos y adaptarlos a la realidad. En la representación de la figura
humana desaparecen dichas formas geométricas y se pone énfasis en las ropas y
otros detalles, como la caracterización sexual. En la representación del
espacio, el esquema básico de la línea base se sustituye por el del “plano del suelo” y la línea del cielo
por la del horizonte. Las figuras y
elementos pueden colocarse a lo largo y ancho de este plano y no necesariamente
sobre la línea base. Del mismo modo, aparecen relaciones espaciales en
profundidad con elementos delante y detrás, próximos y alejados. En definitiva,
los niños en la etapa realista buscan que sus dibujos sean más fieles a la
realidad, buscando ya la tercera dimensión y tomando en cuenta la
superposición.
En cuanto a la
utilización del color, se pasa de una estrecha relación color-objeto a una
caracterización muy detallada (no es lo mismo el verde de la hierba que el
verde de los árboles, el azul del cielo que el del mar…) o dicho de otra forma,
de una etapa objetiva en el uso del color a experiencias subjetivas de color con objetos de gran significado
emocional.
El final de
esta etapa es decisiva para el futuro del niño en lo que respecta al dibujo.
Debido a la influencia del entorno y a los estereotipos de la cultura visual,
el niño se siente obligado a dibujar en base a estos y si cree que lo hace mal,
dejará de dibujar. Por eso, la actitud de los adultos es muy importante y la
reacción de los docentes también.
ETAPA
PSEUDONATURALISTA (11-13 AÑOS)
A partir de
los 11 años aproximadamente, se inicia la etapa que Lowenfeld llama del “razonamiento”. Comienza a percibirse
la crisis de la adolescencia y la evolución emocional entra a formar parte, de
un modo significativo, de la expresión plástica. Se perfilan los dos tipos de
expresión artística, la emotiva y la racional. Se pasa de una actividad
espontánea a una más razonada,
evolucionando hacia el naturalismo. Los niños comienzan a desarrollar una conciencia
crítica sobre sus dibujos, que les lleva a preocuparse más por el producto
final, que por el propio proceso en sí de dibujar. Representan el entorno que
les rodea de manera muy realista, con profundidad y perspectiva,
tridimensionalmente.
El niño
proyecta su personalidad en los dibujos de la figura humana. Esta va
adquiriendo mayor complejidad y asemejándose cada vez más a la realidad, apareciendo
rasgos sexuales claramente
distinguibles y a menudo exagerados. Se da una tendencia a la caricatura y un
gran sentido del color y del diseño.
Al final de esta
etapa, los trabajos se diversifican. En algunos casos, se representa la
realidad, en otros se interpreta esta y en otros, aparece el arte abstracto.
ETAPA DE LA DECISIÓN (13 a 17 años)
A partir de
los 13 años es cuando se produce o el verdadero despertar artístico de los
adolescentes o el abandono de cualquier tipo de expresión artística. Por ello
Lowenfeld denomina esta etapa de “decisión”. En este momento, el chico
elige qué actividad prefiere perfeccionar y cómo lograrlo. Se perfilan los dos
tipos de expresión artística. De un lado, los chicos de mentalidad emocional o subjetiva (tipo
háptico) realizan representaciones
expresionistas, deformantes de la realidad, tanto en dibujo como en color. De
otro lado, los chicos de mentalidad visual u objetiva (tipo visual), simplifican todo a elementos
geométricos. En el medio estarían los simbolistas, para los que es muy
importante el concepto. El háptico es esencialmente emocional, poco preocupado
por el respeto a las impresiones visuales. Sus dibujos no conforman un todo
homogéneo, tienden a las exageraciones y están coloreados de distinta forma que
en la realidad.
El visual, por
el contrario, piensa en términos de imágenes visuales y copia con mucha
precisión.
Para terminar
esta entrada, quisiera hacer una reflexión acerca del papel y la influencia del
maestro en la expresión artística de los niños. Creo que lo más importante es
saber ayudar al niño a que desarrolle, en cada etapa, todo su potencial
interior. Y para ello hay que valorar sus creaciones, su expresividad, su naturalidad, su espontaneidad
y respetar siempre su ritmo evolutivo. Como hemos visto, a través del dibujo,
el niño expresa su percepción del mundo que le rodea y su concepto de sí mismo.
Si le corregimos, coartamos su capacidad expresiva y su libertad. Creerá que lo
hace mal y abandonará. Otra cosa que no debemos hacer es comparar sus
creaciones con las de otros porque cada niño posee su modo de expresarse.
Si revisamos
los bloc de plástica que están en los colegios de Primaria, descubrimos que
buena parte de las fichas son láminas que
el niño ha de copiar. En ellas el niño reproduce experiencias que le son ajenas
y que no están en su pensamiento ni en sus intereses. Además, en estas láminas
la creación se somete a la técnica, no a la expresividad. Esto no significa
que, en ningún caso, debamos ofrecer modelos para copiar, pero conviene no
abusar. También es aconsejable ofrecer una variedad de ellos (para que puedan
elegir) y seleccionar fotografías reales antes que dibujos estereotipados de
los que debemos huir.
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