INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA DEL DIBUJO
INFANTIL
En la primera
clase sobre el arte infantil, Florencio mencionó que los dibujos de los niños
pueden poner de manifiesto problemas
que estén viviendo en ese momento. Esta idea me llamó mucho la atención y,
desde entonces, he estado tratando de saber más sobre el tema. Florencio ha
colgado en studium dos enlaces muy enriquecedores, uno sobre la interpretación psicológica del dibujo infantil y otro sobre el significado de los colores en
el mismo. Me interesa especialmente el primero. Se trata de un campo de estudio
muy amplio que trataré de resumir en lo esencial y plasmar con la mayor
claridad posible.
Los
profesionales de la psicología ven en el dibujo un modo de expresión del niño,
sobre todo en el dibujo libre,
considerándolo un baremo para conocer su estado emocional, su desarrollo
intelectual y motriz, y su conciencia dentro de un entorno social. Se cree que,
a través del dibujo, el niño expresa, de manera consciente o inconsciente, sus
inquietudes, preocupaciones y anhelos. Y es que, en el dibujo, el niño no
representa lo que es perceptible objetivamente, sino su propia percepción
interna y del mundo exterior.
A través del
dibujo infantil, se puede conocer la imagen que el niño posee de sí mismo y de
los que le rodean. Esto es posible desde las primeras etapas del garabateo,
desde el año y medio. Aunque los dibujos que hacen a esta edad los niños, no
tienen la capacidad de representar nada real ni detallado, ni tan siquiera
formas definidas, sí pueden mostrarnos aspectos relevantes de su temperamento y
afectividad. Hacia los tres años, las posibilidades aumentan considerablemente
y a los cuatro, los dibujos ya comienzan a expresar intencionalidad de
comunicar cosas concretas. Pero hay que esperar a los cinco años para poder
descifrar los dibujos infantiles, desde el temperamento del niño hasta
emociones que está sintiendo o acontecimientos que está viviendo.
Antes de nada,
hay que advertir que no nos encontramos ante una ciencia exacta. Lo que voy a exponer obedece a probabilidades
estadísticas, no a hechos probados con seguridad. Por ello, la interpretación
del dibujo infantil hay que realizarla dentro de su contexto (edad, experiencias personales y entorno social), no
de manera aislada, y siempre atendiendo al estado emocional del niño mientras
lo realiza.
Algunos aspectos
a interpretar son los siguientes:
El tamaño: normalmente se asocia a si
el niño es introvertido o extrovertido. Los niños retraídos, a veces con
problemas de autoestima, suelen realizar dibujos pequeños mientras que los
niños más abiertos los hacen más grandes. Cuando el espacio que ocupa el dibujo
es excesivamente grande (por encima del 70% de la hoja) puede ser indicio de
una autoestima demasiado elevada o de agresividad.
El emplazamiento: los niños que dibujan
en la parte superior muestran cierta tendencia a la fantasía y los que lo hacen
en la parte inferior, al realismo y, a veces, a una falta de seguridad.
La dirección: los dibujos en el lado
izquierdo reflejan una tendencia a refugiarse en el pasado (el presente produce
inseguridad), y los dibujos en el lado derecho, representan el futuro.
Presión del trazo: los trazos fuertes
denotan impulsividad y los débiles, inhibición.
Forma del trazo: los trazos rectos
suelen indicar más racionalidad frente a los curvos que indican emotividad.
Continuidad del trazo: los problemas de
sociabilidad se asocian a los trazos discontinuos.
Tan importante
es lo que el niño dibuja como su comportamiento mientras realiza el dibujo: el
modo de coger el lápiz (si lo agarra muy fuerte denota tensión), si fija o no
la mirada en el papel y la actitud, que puede ser de entusiasmo o desgana.
Cuando sucede esto último, conviene no forzar al niño y esperar a que esté más
motivado para dibujar.
Como decía,
los psicólogos suelen recurrir a los dibujos infantiles como herramienta diagnóstica. El objetivo es
abarcar el conocimiento de los aspectos evolutivos, madurativos, piscomotrices,
intelectuales, cognitivos y afectivos de los niños. Para ello, además del
dibujo libre, utilizan diversos tests, entre los que destacan el HTP (por sus
iniciales en inglés, House, Tree, Person) y el test de la familia. El primero consiste
en pedir a los niños que dibujen una casa, un árbol y una figura humana. Se
llaman técnicas proyectivas porque, lo que se espera, es que el sujeto (también
se aplican a adultos) proyecte cómo se ve a sí mismo, cómo le gustaría ser y
cuáles son sus rasgos de personalidad. Estas pruebas, junto con el test de la familia,
son analizadas conjuntamente y en relación al contexto del individuo: edad, experiencias personales y entorno social. En
el caso de los niños, el HTP es muy bien aceptado porque no se vivencia como
algo intrusivo. A los psicólogos les sirve para evaluar diferentes aspectos
emocionales, conductuales o incluso intelectuales y, a los maestros, nos puede resultar también muy útiles para conocer mejor
a nuestros alumnos y detectar posibles problemas.
Insisto en que
estas interpretaciones hay que tomarlas con mucha cautela, dado que nos estamos
basando en aproximaciones estadísticas. Además, hay que tener en cuenta que el
niño está en constante proceso de desarrollo y cambio y no siempre se puede
determinar con claridad cómo piensa y actúa y por qué. La presencia de
determinados aspectos puede deberse a circunstancias temporales y no a rasgos
permanentes de personalidad.
Psicodiagnosis.es
ofrece en su página web información muy detallada acerca de estos test, así que
yo voy a limitarme a hablar someramente de ellos y a destacar los aspectos que
me han llamado más la atención.
EL ÁRBOL
El árbol se interpreta como la proyección
del propio yo. Se observan todos sus elementos (raíz, suelo, tronco, ramas,
copa y hojas), para aproximarse a la percepción que tiene el niño de sí mismo. Refleja
la personalidad de quien lo dibuja y en los detalles se puede averiguar
multitud de información como que los niños extrovertidos los dibujan grandes y
los introvertidos pequeños, o que, si se dibuja un árbol deforme o irreal,
puede indicar ganas de llamar la atención, baja aceptación de las normas o
incluso agresividad. Un árbol con muchas raíces se asocia a una personalidad
afectivamente estable, todo lo contrario que unas raíces pequeñas. La carencia
de raíces se interpreta como síntoma de falta de seguridad. En la misma línea,
un tronco débil o unas ramas hacia abajo pueden ser indicadores de problemas
emocionales.
LA CASA
El dibujo de
la casa representa las relaciones
intrafamiliares y, en el caso de los niños, el sentimiento o deseo de vivir
protegido, la seguridad y la protección de los peligros del mundo exterior. Lo
que expresan los niños es su propia forma de vida y su relación con este mundo
exterior. Se atiende a todos los aspectos, tanto elementales (muros, puertas,
ventanas…), como añadidos (jardín, animales, columpios…) y a otros indicadores
(tamaño, situación en el papel…). Una casa grande suele asociarse a la alegría
y el bienestar y suelen pintarla niños extrovertidos mientras que una casa
pequeña suele ser dibujada por niños con necesidades de autoprotección. Se ha
establecido un paralelismo entre las partes de la casa y las áreas emocionales:
el techo representa el área mental; las tejas, la fantasía; la chimenea, lo
afectivo; las paredes, la firmeza en la personalidad; las puertas y ventanas,
la relación con el exterior; el suelo, la estabilidad y contacto con la
realidad.
LA FIGURA HUMANA
En el dibujo
de la figura humana, el niño plasma
de forma indirecta su personalidad, su autoconcepto. Son significativos todos
los detalles (cara, ojos, boca, dientes, pelo, tamaño de los miembros…), tanto
su presencia como su ausencia, siendo muy significativa esta última. La cabeza
refleja sus aspiraciones intelectuales, sociales y emocionales. Si es
considerablemente desproporcionada puede indicar frustración. Los detalles de
la cara indican bien timidez (cuando no hay), bien agresividad (si son
exagerados). Los ojos pueden significar desconfianza (muy grandes),
culpabilidad (muy pequeños) o deseos de aislamiento (cerrados). Cuando los
brazos están pegados al cuerpo significa inhibición; si están abiertos, necesidad
de afecto y sociabilidad; si están detrás de la espalda o en los bolsillos,
timidez, y si son demasiado cortos, retraimiento.
LA FAMILIA
El test de la familia explora las relaciones del niño en su seno. La distancia entre las figuras es significativa de
la distancia emocional entre las personas dibujadas. En cambio, si aparecen
enlazadas, es sintomático de una buena relación. A quien suele retratar el niño
en primer lugar, es a la persona a la que se siente más vinculado
emocionalmente. Suele representarla con un tamaño mayor que a los demás y colocarla
en el centro. En cambio, si siente rechazo por algún miembro de la familia, lo
pintará más alejado y pequeño. Es importante observar si se pinta a sí mismo
porque, de lo contrario, puede presentar algún problema emocional. A veces es
el propio niño quien se dibuja alejado del conjunto, de donde se puede
sospechar que hay algún conflicto. Omitir una figura dentro de la familia indica
desvalorización y, si se trata de un bebé, puede denotar celos. También puede
ser sintomática una figura humana triste o con dientes, porque evidencia
hostilidad hacia esa figura.