lunes, 30 de marzo de 2015

INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA DEL DIBUJO INFANTIL

En la primera clase sobre el arte infantil, Florencio mencionó que los dibujos de los niños pueden poner de manifiesto problemas que estén viviendo en ese momento. Esta idea me llamó mucho la atención y, desde entonces, he estado tratando de saber más sobre el tema. Florencio ha colgado en studium dos enlaces muy enriquecedores, uno sobre la interpretación psicológica del dibujo infantil y otro sobre el significado de los colores en el mismo. Me interesa especialmente el primero. Se trata de un campo de estudio muy amplio que trataré de resumir en lo esencial y plasmar con la mayor claridad posible.



Los profesionales de la psicología ven en el dibujo un modo de expresión del niño, sobre todo en el dibujo libre, considerándolo un baremo para conocer su estado emocional, su desarrollo intelectual y motriz, y su conciencia dentro de un entorno social. Se cree que, a través del dibujo, el niño expresa, de manera consciente o inconsciente, sus inquietudes, preocupaciones y anhelos. Y es que, en el dibujo, el niño no representa lo que es perceptible objetivamente, sino su propia percepción interna y del mundo exterior.

A través del dibujo infantil, se puede conocer la imagen que el niño posee de sí mismo y de los que le rodean. Esto es posible desde las primeras etapas del garabateo, desde el año y medio. Aunque los dibujos que hacen a esta edad los niños, no tienen la capacidad de representar nada real ni detallado, ni tan siquiera formas definidas, sí pueden mostrarnos aspectos relevantes de su temperamento y afectividad. Hacia los tres años, las posibilidades aumentan considerablemente y a los cuatro, los dibujos ya comienzan a expresar intencionalidad de comunicar cosas concretas. Pero hay que esperar a los cinco años para poder descifrar los dibujos infantiles, desde el temperamento del niño hasta emociones que está sintiendo o acontecimientos que está viviendo.

Antes de nada, hay que advertir que no nos encontramos ante una ciencia exacta. Lo que voy a exponer obedece a probabilidades estadísticas, no a hechos probados con seguridad. Por ello, la interpretación del dibujo infantil hay que realizarla dentro de su contexto (edad,  experiencias personales y entorno social), no de manera aislada, y siempre atendiendo al estado emocional del niño mientras lo realiza.

Algunos aspectos a interpretar son los siguientes:

El tamaño: normalmente se asocia a si el niño es introvertido o extrovertido. Los niños retraídos, a veces con problemas de autoestima, suelen realizar dibujos pequeños mientras que los niños más abiertos los hacen más grandes. Cuando el espacio que ocupa el dibujo es excesivamente grande (por encima del 70% de la hoja) puede ser indicio de una autoestima demasiado elevada o de agresividad.
El emplazamiento: los niños que dibujan en la parte superior muestran cierta tendencia a la fantasía y los que lo hacen en la parte inferior, al realismo y, a veces, a una falta de seguridad. 
La dirección: los dibujos en el lado izquierdo reflejan una tendencia a refugiarse en el pasado (el presente produce inseguridad), y los dibujos en el lado derecho, representan el futuro.
Presión del trazo: los trazos fuertes denotan impulsividad y los débiles, inhibición.
Forma del trazo: los trazos rectos suelen indicar más racionalidad frente a los curvos que indican emotividad.
Continuidad del trazo: los problemas de sociabilidad se asocian a los trazos discontinuos.

Tan importante es lo que el niño dibuja como su comportamiento mientras realiza el dibujo: el modo de coger el lápiz (si lo agarra muy fuerte denota tensión), si fija o no la mirada en el papel y la actitud, que puede ser de entusiasmo o desgana. Cuando sucede esto último, conviene no forzar al niño y esperar a que esté más motivado para dibujar.

Como decía, los psicólogos suelen recurrir a los dibujos infantiles como herramienta diagnóstica. El objetivo es abarcar el conocimiento de los aspectos evolutivos, madurativos, piscomotrices, intelectuales, cognitivos y afectivos de los niños. Para ello, además del dibujo libre, utilizan diversos tests, entre los que destacan el HTP (por sus iniciales en inglés, House, Tree, Person) y el test de la familia. El primero consiste en pedir a los niños que dibujen una casa, un árbol y una figura humana. Se llaman técnicas proyectivas porque, lo que se espera, es que el sujeto (también se aplican a adultos) proyecte cómo se ve a sí mismo, cómo le gustaría ser y cuáles son sus rasgos de personalidad. Estas pruebas, junto con el test de la familia, son analizadas conjuntamente y en relación al contexto del individuo: edad,  experiencias personales y entorno social. En el caso de los niños, el HTP es muy bien aceptado porque no se vivencia como algo intrusivo. A los psicólogos les sirve para evaluar diferentes aspectos emocionales, conductuales o incluso intelectuales y, a los maestros, nos puede resultar también muy útiles para conocer mejor a nuestros alumnos y detectar posibles problemas.

Insisto en que estas interpretaciones hay que tomarlas con mucha cautela, dado que nos estamos basando en aproximaciones estadísticas. Además, hay que tener en cuenta que el niño está en constante proceso de desarrollo y cambio y no siempre se puede determinar con claridad cómo piensa y actúa y por qué. La presencia de determinados aspectos puede deberse a circunstancias temporales y no a rasgos permanentes de personalidad.

Psicodiagnosis.es ofrece en su página web información muy detallada acerca de estos test, así que yo voy a limitarme a hablar someramente de ellos y a destacar los aspectos que me han llamado más la atención.

EL ÁRBOL

El árbol se interpreta como la proyección del propio yo. Se observan todos sus elementos (raíz, suelo, tronco, ramas, copa y hojas), para aproximarse a la percepción que tiene el niño de sí mismo. Refleja la personalidad de quien lo dibuja y en los detalles se puede averiguar multitud de información como que los niños extrovertidos los dibujan grandes y los introvertidos pequeños, o que, si se dibuja un árbol deforme o irreal, puede indicar ganas de llamar la atención, baja aceptación de las normas o incluso agresividad. Un árbol con muchas raíces se asocia a una personalidad afectivamente estable, todo lo contrario que unas raíces pequeñas. La carencia de raíces se interpreta como síntoma de falta de seguridad. En la misma línea, un tronco débil o unas ramas hacia abajo pueden ser indicadores de problemas emocionales.


LA CASA

El dibujo de la casa representa las relaciones intrafamiliares y, en el caso de los niños, el sentimiento o deseo de vivir protegido, la seguridad y la protección de los peligros del mundo exterior. Lo que expresan los niños es su propia forma de vida y su relación con este mundo exterior. Se atiende a todos los aspectos, tanto elementales (muros, puertas, ventanas…), como añadidos (jardín, animales, columpios…) y a otros indicadores (tamaño, situación en el papel…). Una casa grande suele asociarse a la alegría y el bienestar y suelen pintarla niños extrovertidos mientras que una casa pequeña suele ser dibujada por niños con necesidades de autoprotección. Se ha establecido un paralelismo entre las partes de la casa y las áreas emocionales: el techo representa el área mental; las tejas, la fantasía; la chimenea, lo afectivo; las paredes, la firmeza en la personalidad; las puertas y ventanas, la relación con el exterior; el suelo, la estabilidad y contacto con la realidad.

LA FIGURA HUMANA

En el dibujo de la figura humana, el niño plasma de forma indirecta su personalidad, su autoconcepto. Son significativos todos los detalles (cara, ojos, boca, dientes, pelo, tamaño de los miembros…), tanto su presencia como su ausencia, siendo muy significativa esta última. La cabeza refleja sus aspiraciones intelectuales, sociales y emocionales. Si es considerablemente desproporcionada puede indicar frustración. Los detalles de la cara indican bien timidez (cuando no hay), bien agresividad (si son exagerados). Los ojos pueden significar desconfianza (muy grandes), culpabilidad (muy pequeños) o deseos de aislamiento (cerrados). Cuando los brazos están pegados al cuerpo significa inhibición; si están abiertos, necesidad de afecto y sociabilidad; si están detrás de la espalda o en los bolsillos, timidez, y si son demasiado cortos, retraimiento.

LA FAMILIA

El test de la familia explora  las relaciones del niño en su seno. La distancia entre las figuras es significativa de la distancia emocional entre las personas dibujadas. En cambio, si aparecen enlazadas, es sintomático de una buena relación. A quien suele retratar el niño en primer lugar, es a la persona a la que se siente más vinculado emocionalmente. Suele representarla con un tamaño mayor que a los demás y colocarla en el centro. En cambio, si siente rechazo por algún miembro de la familia, lo pintará más alejado y pequeño. Es importante observar si se pinta a sí mismo porque, de lo contrario, puede presentar algún problema emocional. A veces es el propio niño quien se dibuja alejado del conjunto, de donde se puede sospechar que hay algún conflicto. Omitir una figura dentro de la familia indica desvalorización y, si se trata de un bebé, puede denotar celos. También puede ser sintomática una figura humana triste o con dientes, porque evidencia hostilidad hacia esa figura.

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